Prólogos

Las cruzadas de Golubinsky

de la Asociación Argentina e Internacional de Críticos de Arte, 1997
por Albino Dieguez Videla


Hace algunos años me llamaron la atención los trabajos de Liliana Golubinsky porque note en ellos una transmisión visual "heroica" que en la pintura -no hablemos de música- el arte de este momento ha olvidado, o ignora.
Después he visto progresar y crecer en formato a las obras que ella crea con la ayuda de múltiples inclusiones: lo hace con la prolijidad que la plástica actual también descuida. Pasa que Golubinsky necesita superficies que no distraigan del relato, es mas: deben facilitarlo.
Emprende entonces la pintora una Cruzada atemporal que transcurre sobre planos geográficos impresos en cuya superposición Jerulalem puede enfrentarse a la costa del Ecuador, y los ríos gigantes semejan ser un Nilo amazónico o un Mississipi africano.
Que de imágenes crea Golubinsky sobre el soporte y que de imágenes gracias a ella se reproducen en el descontrol de nuestra imaginación, dentro de la cual ocupan lugar los caballeros templarios, los cabalgantes velazqueños, los abo9rigenes emplumados, los conquistadores de armadura plateada, y Napoleon - el Grande , cuando era joven- puede ser compañero de ruta de Felipe IV de España.
Cuenta Golubinsky, en suma, la historia del hombre, de su permanente lucha, de su constante expandirse y retraerse, y lo hace por medio de situaciones externas, caracterizándolo, porque esos pequeños personajes que vemos en sus obras son el hombre incorregible, que casi con toda seguridad será el mismo hasta el fin del tiempo.
Como aquella reina Matilde del Siglo XI, urde a su manera Liliana Golubinsky otra batalla de Bayeux, y su tapiz contemporáneo reitera lo ya dicho: somos el hombre de ayer y es casi imposible que los de hoy seamos los de mañana.
Los ocres empurpurados, los azules profundos que parecen en estas técnicas mixtas de la pintora argentina a los atardeceres y albas que seguramente sirvieron de telón de fondo a las grandes batallas: las mas viejas fueron dadas en los campos o en el mar y en el medio del estruendo, las de ahora se desarrollan detrás del vidrio de las PC, lo cual no limita para nada el ejercicio de la imaginación agresora.